miércoles, 5 de agosto de 2009

Reseña: Nueva Dimensión N° 52 (Luis Bolaños de la Cruz)

Acariciar uno de esos viejos ejemplares lo embarga a uno de nostalgia, recuerdo cuando llegó de casualidad el N°1 a mis manos, estudiaba ingeniería química y vivía en un garaje con otros tres compañeros, la vida era un río rápido e interminable que se abría repleto de misterio y expectativas y aunque amaba la CF no sabía aún la importancia que iría adquiriendo con mi deriva ontogénica. Ese mismo semestre abandone y recalé en medicina, pero advierto que mis lecturas no fueron factor importante en mi decisión. Los aficionados tenemos una deuda impagable con esa terna de generosos orates decididos (Domingo Santos, Sebastián Martínez, Luís Vigil) quienes nos entregaron probablemente una de las publicaciones de SAF más hermosas que le hayan sucedido al planeta. Comentar la colección (147 ejemplares) sería una tarea titánica que conlleva generalizaciones peliagudas y discutibles, pero glosar uno sólo surge como faena adecuada para actualizar recuerdos tratando de pescar la sensación sentida, el ambiente creado y la riqueza ahora sublimada de sus líneas. Hasta la propaganda para suscribirse que alude a la fundación de Barcelona y al cruce de los Alpes por el ejército de Aníbal anuda creatividad con capacidad marketera. Es delicioso sumergirse en sus páginas, cada una de sus secciones destila cariño por el quehacer y gusto sustentado por lo que eligen: Aprovecharé para confesar que apenas abría la revista me dedicaba a escudriñar exhaustivamente el “HOY”, me acercaba al “MAÑANA” sólo cuando agotaba sus revelaciones y datos: Arranca con un editorial entusiasta... a pesar de las denuncias, quejas, señalamiento de crisis diversas y de anunciar subida de precio. Continúa con un informe detallado de los festivales XI de Trieste y VI de Sitges, que demuestran el rudo envejecimiento del cine ante la literatura, y por ende su impronta de ser más industria de consumo que arte.
Se Piensa: Es una auténtica delicia revisar las páginas verdes, gracias a la hendidura temporal pareciera que sólo se aproximan a obras notables, su mirada se desliza ominosamente desde las claves lovecraftianas para comprender los viajes de Randolph Carter hasta los estallidos de hiperviolencia de los droogos descritos por Burgess en su fruta explosiva; eviscera igual una antología de Bradbury (Fantasmas de lo nuevo) que una de sus novelas (Fahrenheit 451) y disecciona los mecanismos que le permiten funcionar a una distopía postapocalíptica (La República de los Sabios de Arno Schmidt), recupera delicatessen ahora sumidas en el olvido (Una vida muy privada de Michael Frayn), nos pasea por la Edad Hiboria de Conan el Cimerio y penetra en los oscuros laberintos donde la luz es un mito añorado (Mundo tenebroso de David Galouye), pero tampoco deja de lado la Near SF, ya que al inventarse un mecanismo antigravedad (y para mayor delicia en Dinamarca) se disuelve el esquema de poder mundial (En nuestras manos, las estrellas , de Harry Harrison). Postre de cierre: nos acuna con la morriña que emana de los tomitos de Bruguera, ofrecidos de manera tan amena por Carlo Frabetti, con Daniel Salvo rememoramos un período ya muy lejano cuando recorríamos incansables las librerías del centro de Lima y los tenderetes de la avenida Grau para adquirir los que completarían la colección.
Se Dice: Una de las razones que me motivaron a comentar este número en particular se relaciona con la reciente muerte de Kurt Vonnegut, otro clavo en el ataúd de la CF del siglo XX, en dicha sección la actualidad revienta cuando nos recuerdan que en la Carolina del Sur del año 1973 detuvieron a un profesor por usar “Matadero 5” en sus clases y aunque finalmente se archivase el caso, fue prohibido en el colegio el uso del libro. Reafirmando esa vena profunda de fascismo amable que pulsa en el corazón USA, donde anida la suficiente pacatería e hipocresía como para que continúen eclosionando intolerancia y fanatismo reaccionarios. Acompañan a este despropósito ideológico notas sobre novedades editoriales, Doc Savage, comics, fanzines, cine y SF noruega, en ese espíritu ecuménico que caracterizo los esfuerzos del super trío a cargo de la conducción. La correspondencia de “Se escribe” con su aroma añejo marca la evolución editorial que ha tomado el género aupado en las nuevas tecnologías, con una tremenda variedad de opciones, aunque no siempre acompañadas de la correspondiente calidad, en la de esa época ya late un sabor clásico, el cual sabemos ya no podremos recuperar con la expansión acaecida a las expresiones y temáticas de la SF. En cuanto a la carátula de Enrich (Enrique Torres) proyecta una cierta grandeza épica, pero al mismo momento se ve empequeñecida por el exceso de negro que convierte en diminuto el tamaño del personaje, parte con ventaja pero remata por compromiso. Grandes Descubrimientos perdidos (Invisibilidad, Invulnerabilidad, Inmortalidad): Fredric Brown: En orden cronológico cada uno de ellos está dedicado a lo tres grandes imperios del Siglo XX. La invisibilidad para el británico que se desvanece; la invulnerabilidad para el yankee estúpido e impenetrable; la inmortalidad justa para aquel que brotaba moribundo (URSS) ... y que se desplomaría después. Ironía a espuertas. Presentan un esquema similar: Descripción del proceso de investigación Asombro ante las implicancias Generosidad... pero una canita al aire antes de entregarlo Catástrofe definitiva por no manejar en forma adecuada los riesgos Demuestran que una inventiva poderosa ligada a arrogancia primordial conduce al desastre. Fluidos y veloces se precipitan raudos hacia el sarcasmo de cierre y en cada uno (a pesar de saberlo con anticipación por el título) vibra un arpegio triste por lo que pudo suceder. Podrían llevar como subtítulos respectivos: Trampas de la oscuridad o la desnudez no es necesaria en el harén Velocidad de escape o No existe suficiente pulmón para viajar al sol Homenaje al Señor Valdemar de E.A. Poe o “Cocos Forever” Factor de irritación (Eric Frank Russell): Aunque en la huella de Avispa, posee suficientes elementos suficientes para brillar con luz propia. Nos propone un juego con reglas aceitadas, con grandes cucharadas de humor, bocetos milimétricos que deben funcionar a la perfección cuya presentación linda con lo exquisito, pero... todo es demasiado pulido, casi perfecto, quizás para que los factores previos y limitaciones establecidas marchen cual maquinaria engrasada. Relato inteligente establece un conjunto de parámetros y sin salirse de dichas reglas ataca con rudeza los esquemas establecidos variando un poco el ángulo en cada ocasión transmitiendo variedad mediante un afilado sentido del humor, creatividad y manejo de circunstancias; los personajes logran realizar una memorable cuchufleta al sistema de prisiones, a los cerebros de cemento que creen la norma más importante que la vida y al insensato pensamiento tradicional que cree saberlo todo ignorando el caos organizado de la realidad. Los alienígenas piensan y se compartan diferente a los terrícolas, los conceptos psicológicos atribuidos son muy básicos, no obstante al colocarlos a ese nivel devienen en comprensibles y se cargan de ironía, humor, burla y sensibilidad; pero aún así los kastanos (enemigos que deben ser derrotados) pecan de ingenuos cuando aceptan buscar un espía denominado Blancanieves, y de continuarla designando excesivos recursos a esa faena con el único referente de los datos entregados por los propios prisioneros, aceptamos que no desconfían ante las mentiras, pero Eric repite el esquema de los europeos frente a los nativos americanos, quienes señalaba la lengua bífida de serpiente que les permitía prometer y comprometerse, mintiendo simultáneamente. Stames y aleusinos están cortados sobre un patrón similar, pero funcional al objetivo de la misión encargada al equipo de comandos, que se torna una espiral ineluctable, tan perfectamente lubricada, que se enrosca casi por si sola en el pescuezo de los kastanos, tan burócratas y cortos de entendederas que contribuyen a anudarla. El ingenio, la astucia y la valentía se distribuirán entre las tres especies aliadas, las peripecias para conseguir artefactos, inventar parodias y reventar la paciencia de los carceleros son siempre graciosas aproximándose con frecuencia a la carcajada. Demasiado embutido en la confrontación de la Guerra Fría, advertimos que los nombres de los kastanos recuerdan nominativos rusos, pero también en la cultura de su época: en un abierto homenaje al cine bélico de Hollywood (en especial “El puente sobre el río Kwai”), el personaje chispeante se llama William Holden. Hay frases que el Thomas Disch de “En alas de la canción” no desdeñaría: “Las buenas maneras son el arte de parecer que uno no es superior” o que colindan con la asunción actual de la imprevisibilidad: “Un vez más, esto probó que no todo puede ser previsto, ni siquiera cuando la previsión ha sido realizada por las mentes más meticulosas y astutas” Un valor agregado, atribuible al excelente criterio de los editores, queda palpable cuando acompañan al texto con las cáusticas ilustraciones de Frank Kelly Freas que saben captar la burla, la audacia y la gracia del relato sin apartarse de sus descripciones y recreándolas con enorme fuerza. It’s a long way to Dragonary es un comic de Carlos Romeu, que no me resulta especialmente atractivo, algunos de los segmentos cumplen con su intención de epatar y hacernos fruncir el culo... digo el ceño, pero el trazo en algunas tiras lleva la idea implícita demasiado lejos, tanto que parece tan consciente de si que uno no puede guiarse en la tira... siendo tan diminuta y me extravío en un estallido de rechazo, en otros es demasiado confuso para orientar y con exceso de feísmo para remarcar el estilo. Un remate inadecuado para un número que pudo ser redondo.
Luis Bolaños de la Cruz

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